36 horas de auténtico caos es lo que ha dejado tras de sí la presencia de drones en el espacio aéreo circundante al aeropuerto de Gatwick, al sur de Londres, en uno de los días más concurridos del año. Una situación que podría quedar en anécdota de no ser por la preocupante realidad que revela: no estamos preparados para hacer frente a un posible ataque perpetrado con estos aparatos.
El aeropuerto de Gatwick es el segundo más importante de Reino Unido, solo superado por el también londinense Heathrow y con un volumen de pasajeros que en esta época supera los 100.000 diarios. Las consecuencias de paralizar la actividad durante un día y medio son múltiples tanto para las aerolíneas como para los viajeros, pero ¿existía alguna manera para haber evitado que esto pasase y, lo que es más importante, se puede hacer algo para que no vuelva a ocurrir en el futuro?
El escenario temido: ataques terroristas
Aunque por ahora se desconoce quién está detrás del altercado y cuáles eran las intenciones, el Gobierno descarta que el fin fuera terrorista. Sin embargo, y tal como destacan desde el MIT, todo apunta a que un ataque con fines mortíferos haciendo uso de los drones para ello es inevitable.
Ese es el problema que pone sobre la mesa un suceso que es solo el culmen de otros tantos que han ido sucediendo en los últimos años a medida que estos aparatos han ido adquiriendo una mayor popularidad. Tanta es la que tienen ahora y aún mayor la que se espera en los próximos años que las posibilidades de que terminen provocando un accidente aéreo aumentan de manera exponencial conforme pasa el tiempo.
Si bien es cierto que los drones más pequeños y algunos de los más profesionales que se comercializan cuentan o con una señal de baja frecuencia que puede ser inhibida o con un GPS limitado que impide volar sobre ciertas zonas sensibles –como los aeropuertos–, existe la posibilidad, debido a las facilidades técnicas actuales, de poder construir uno por cuenta propia. Este podría sortear diferentes medidas de neutralización y dar como resultado la invasión del espacio aéreo de lugares como los aeropuertos.
A pesar de esto, según destaca la mencionada publicación, perpetrar un ataque mortal con un solo drone sería complicado debido la resistencia de los aviones a los impactos. Si bien un choque de esta índole puede causar daños, dado que el alcance de los drones aún cuenta con ciertas limitaciones y el ataque habría de producirse, por tanto, cerca del aeropuerto, el aterrizaje de emergencia sería posible en la amplia mayoría de casos.
El problema viene cuando entra en juego la posibilidad de que el ataque no se realice en solitario, sino con varios drones al mismo tiempo. Naturalmente, aquí las probabilidades de que el desenlace sea catastrófico aumentan, mucho más si estos cuentan con algún artefacto explosivo incorporado, una técnica utilizada de forma recurrente por el ISIS en Siria en los últimos tiempos y que llevó a fabricantes como DJI a efectuar las mencionadas restricciones por GPS de zonas geográficas concretas.
La falta de recursos técnicos para frenar de manera sencilla a estos aparatos es lo que ha provocado el caótico escenario en Gatwick y es, también, lo que podría ocasionar en el futuro un accidente de aviación fatal si se dan las características para ello. Después de este suceso es previsible que las autoridades alrededor del mundo desarrollen nuevas medidas para evitar que esto ocurra, pero la pregunta natural es si será suficiente y si pueden garantizar la seguridad de los pasajeros en un medio de transporte como es la aviación comercial, que multiplica sus cifras de viajeros anualmente.